Victoria Villarruel en su peor momento político

El debilitamiento se nota en el alejamiento de los opositores amigables. El cambio en la presidencia provisional, sin que pueda definir el nombre, puede ser definitivo.

Algo se rompió en el Senado tras la expulsión de Edgardo Kueider. El orden imperante desde la asunción de Javier Milei, que Victoria Villarruel trabajó para construir con la oposición amigable, ya no existe. La vice presidenta se quedó sin aliados. Atacada por su propio gobierno, Villarruel observa que el triángulo de hierro quiere despojarla de la más mínima cuota poder que le queda. Peligra la continuidad del presidente provisional del Senado, así como la de todas las autoridades que eligió: el gobierno busca venganza y ese puente, que la vice intenta recomponer con gestos sobreactuados, solo promete humillación. Pero no es solo Casa Rosada: en el Senado también comienza a quedarse sola. La oposición amigable es cada vez menos amigable. Hay enojo entre sus colaboradores y, frente a un recinto cuyo polo de poder empieza a redireccionarse hacia el peronismo, no son pocos los que quieren ajustar las cuentas.

"Nosotros vamos a expulsar a Kueider, no nos interesa una clase de derecho constitucional. Ustedes armaron una mayoría de 39, y ahora van a ser 37 y en cualquier momento van a ser 36", le advirtió José Mayans a Villarruel, en privado, pocos minutos antes de la votación que, la semana pasada, terminaría definiendo la expulsión de Edgardo Kueider del Senado. El oficialismo había pedido un cuarto intermedio para intentar desactivar la sesión y todas las máximas autoridades de los bloques opositores estaban reunidas en el despacho de Villarruel. Mayans, que había ido con Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti, rechazó las argumentaciones sobre el debido proceso de Villarruel y le advirtió que el escenario era inevitable: Kueider sería expulsado y la mayoría oficialista friendly que Villarruel había logrado construir a principio de año se estaba por terminar.

La detención de Kueider tendrá diversas consecuencias políticas --investigaciones sobre otros senadores, como Carlos "Camau" Espínola, e impugnaciones a la sanción de la Ley Bases--, pero solo una será inmediata: la pérdida del control de Villarruel sobre el Senado. En términos numéricos, la mayoría de 39 senadores --compuesta por todos los senadores que no son de UxP y que se aliaron, a principio de año, para hacerse del manejo de las comisiones-- tiene solo 37, ya que Kueider está afuera y el radical Víctor Zimmermann está de licencia. De esos 37, hay dos, los santacruceños José Carambia y Natalia Gadano, que ya no juegan casi con Villarruel. Y de esos 35 ya hay varios radicales enojados con el gobierno --como Martín Lousteau o Pablo Blanco-- que no le hacen ascos a jugar con el peronismo.

En este escenario, el interbloque peronista pasará a la ofensiva en 2025. En la próxima sesión, que será probablemente la preparatoria, asumirá la camporista Stefanía Cora en lugar de Kueider. Así, UxP pasará a tener 34 integrantes: a solo tres del quórum. Algunos presionan, incluso, para hacerse con las autoridades de la Cámara, pero la mayoría sostiene la postura institucional de dejarle los lugares al oficialismo. "Se van a pelear más entre ellos que con nosotros", advierte, irónico, un importante senador peronista.

La venganza del triángulo de hierro

Villarruel está convencida de que Karina Milei, Santiago Caputo y el Presidente la quieren ver reducida a su más mínima expresión política. "No la pueden echar, entonces la desgastan", se quejan en la oficina de la vicepresidenta, quien últimamente ha visto esmerilado su poder en el Senado. El gobierno la puentea a la hora de negociar con senadores, la ataca en redes sociales, la responsabiliza por las derrotas y, ahora, amaga con quitarle el poder de elegir a las autoridades. Especialmente una fundamental: la presidencia provisional del Senado, segundo lugar en la línea de sucesión presidencial.

El actual presidente provisional es el puntano Bartolomé Abdala, que mantiene un buen vínculo con Villarruel pero quedó golpeado luego de que, en septiembre, admitiera en público que contaba con 20 asesores que usaba para hacer campaña en San Luis. En el entorno de Villarruel tienen la sospecha que, en un contexto de guerra declarada con el gobierno nacional --que tuvo un nuevo capítulo cuando Villarruel se enfrentó en Twitter con Patricia Bullrich--, Milei vaya querer elegir a otro senador para ocupar la presidencia provisional. Los nombres que circulan son dos: el del cordobés Luis Juez y el del salteño Juan Carlos Romero.

Juez, que preside el bloque PRO, está distanciado de Mauricio Macri e, incluso, fue uno de los que terminó impulsando dentro del PRO la expulsión de Kueider. Tiene una relación personal directa con Milei, con quien mantiene un diálogo fluido. Romero, mientras tanto, ha funcionado casi como virtual jefe de bloque en La Libertad Avanza hasta ahora. Si bien el cargo oficial le cabe al jujeño Ezequiel Atauche, Romero, de larga trayectoria en el Senado, visita seguido Casa Rosada y sostiene un vínculo con Santiago Caputo.

Villarruel quiere sostener a Abdala, pero, de imponérsele otro candidato, tendrá también otro problema: la dificultad para conseguir adhesiones en la oposición para aprobar la designación en el recinto. Un desafío complicado en un contexto de malestar generalizado por su avanzada para suspender la actualización de las dietas de los senadores, que pasarán a ganar más de 9 millones de pesos a partir del año que viene (aunque los senadores afirman que , tras aplicar todos los descuentos, se reduce a 5 millones). Villarruel viene sosteniendo la bandera desde la expulsión de Kueider, en un intento de cambiar el eje de la conversación y congraciarse con Milei. Pero, hasta ahora, lo único que logró fue enfurecer a sus aliados.

"Ella quedó de culo con Milei, entonces sobreactúa. Bueno si sigue rompiendo las bolas no va a tener ningún aliado en febrero", masculla un senador que integra la oposición amigable y advierte: "No le vamos a dar ninguna autoridad". Peleada con el gobierno y sus aliados, Villarruel atraviesa su peor momento desde el inicio del gobierno libertario.